Conocer Santolea

 

 

 

Esta expresión podía parecer un reclamo publicitario, cuyo único fin sería el de atraer turismo o visitantes, pero en nuestro caso el sentido tiene otra motivación, es un homenaje póstumo para el pueblo que nos vio nacer y del que nos sentimos orgullosos de haber nacido y vivido en él

 

La construcción del Pantano hizo que desapareciera y como hijos del mismo, no nos gustaría que ocurriera como con otros de los que en el mejor de los casos, el único recuerdo que queda de ellos, es conocer su nombre en alguna publicación de forma casual, como ocurre con Abella, ¿ sabemos como era? ¿hay algún dato de dónde estaba?. Se supone que pudo estar cerca de Bordón, pero nada ni nadie nos asegura donde realmente estuvo. Otro tanto ocurre con Montijo que aunque sabemos que pertenecía a Castellote, y tenemos algún dato sobre él, no sabemos realmente donde se hallaba

 

Y así encontramos numerosos despoblados por toda España, que se ignora su antigua ubicación y la importancia que llegaron a tener en su momento.

 

Basándonos en estas experiencias intentaremos hacer un recorrido imaginario por Santolea y todos sus rincones, recordando momentos y hechos puntuales, que nos acerquen a su historia, y nos ayuden a mantener vivo su recuerdo, las fotografías nos ayudarán, al mismo tiempo que facilitaremos el conocimiento de este pueblo a las personas que lo visiten o hayan visitado.

 

Al final del siglo diecinueve, un gran proyecto se está preparando que ayudará en gran manera a Santolea a salir del aislamiento. La construcción del túnel de Castellote. Esta obra tan reclamada por los hijos del mismo, hará que sea Santolea uno de los pueblos beneficiados.

 

Hemos de recordar, que en el proyecto de la construcción de la carretera de Alcañiz a Cantavieja, en su tramo quinto, cuando no se contemplaba la construcción del Túnel y el recorrido lo hacía por el pozo de San Juan, ya estaba en dicho proyecto la llegada de esta carretera hasta Santolea.

 

Las cosas se solucionaron afortunadamente y con la colaboración del Marqués de Lema, se consiguió el tan ansiado Túnel, cuyo principal beneficiado fue Castellote, pero también el resto de pueblos, principalmente Santolea que veía llegar la carretera, primero sería hasta el Puente donde había un garaje para el coche de línea, uno de aquellos Pajaritos que hacían el recorrido hasta Alcañiz. Más tarde llegaría hasta la puerta de La Fabrica en el mismo pueblo.

Uno de aquellos pajaritos

 

Una prueba de que esta carretera se construyó con el túnel, es una mención que hace un labriego en Castellote al darle la bienvenida al Marqués de Lema, que entre otras muchas cosas dijo... por este túnel pronto veremos llegar coches con sus caballos, carros que subirán a Santolea y los cargarán de manzanas y por la noche volverán a nuestras modernas posadas, aunque esto último no era necesario, puesto que en Santolea estaba la posada de Teodoro Obón Pérez, posada que más tarde pasó a Tomás Eixarch y que sus herederos la mantendrían hasta la desaparición del pueblo.

 

 Posiblemente, el motivo que hizo llegar el coche de línea hasta la puerta de la Fábrica, puede ser por la causa siguiente. Anastasia Mejuto en el año 1927, traspasa la concesión de la línea a José Mestre Eixarch, de Castellote, que constituyó sociedad con Jerónimo Mata, dueño da la Fábrica de Santolea, quien haría llegar este servicio hasta su fábrica.

 

El recorrido por la margen izquierda del río le permitía salvar el terreno más abrupto, únicamente un pequeño túnel le permitía salvar el último obstáculo, luego entre choperas y huerta, llegaba hasta el Puente de Santolea donde estaba el garaje del tío Guitarrero, que aún podíamos ver sus restos hasta hace poco.

Antigua carratera junto al río

 

Desde principios del siglo XX, se venía gestando la construcción del Pantano, cuya demora estaba en ponerse de acuerdo si se construía el pequeño o el grande, también influiría la forma de financiación en cuanto lo que tenía que aportar cada uno en función de las tierras que se ponían en regadío.

 

Por su parte los políticos del momento, intentarían acaparar el protagonismo de ver quien conseguía llevar a cabo esta construcción en beneficio de su propio partido.  

 

Los más beneficiados con esta construcción, eran Caspe y Chiprana, que convertían en riego seguro, tierras que antes sólo era riego eventual. Alcañiz también sería uno de los más ganaría, al mejorar el riego en muchas de sus tierras.En 1927 con la dictadura de Primo de Rivera, se inicia oficialmente la construcción del Pantano.

Se inicial las obras

 

La terminación del Pantano ya corresponde al gobierno de la República, que lo finaliza en 1932 y el mismo año, sin dar tiempo a sus propietarios de recoger las cosechas, son inundadas todas sus tierras, sin haber cobrado todavía el importe total de sus expropiaciones, lo que generó un malestar general.

 

Parece que en el estudio que se hizo, sobre el caudal del río en años anteriores, tuvo algún error importante, seguramente por el estiaje de los años estudiados, puesto que se llegó a la conclusión, que el río Guadalope no tendrían capacidad para llenar el pantano nunca, pero la realidad fue otra y nos lo demuestra la siguiente fotografía.

 

En ella veremos, que todavía no se había quitado el andamio para construir el puente sobre el aliviadero, cuando el agua que ya llenaba el Pantano, saltaba poniendo en peligro al mismo. El Pantano se había llenado en una semana, sin dar tiempo a recoger las cosechas, que los propietarios se afanaban en hacer, en muchos casos sin conseguirlo.

Vista del aliviadero

 

Otro de los problemas que trajo, fue que cubrió el Puente que servía de acceso a las tierras que venían trabajando en Las Planas, que eran muy importantes, tanto en el cultivo de trigo como de viña. Al mismo tiempo la comunicación con los pueblos de la otra parte del Pantano, se hizo mucho más difícil al tener que dar grandes rodeos.

 

En un principio se salvó este inconveniente, cruzando el mismo por medio de barcas, que transportaban personas y caballerías, aunque este método resultaba muy molesto.

 

Otra opción era cruzar el río por encima de la cola del pantano, y por un camino de herradura que se construyó desde el Plantero, Las Rozas y la Colaba, llegar hasta el camino que antes pasaba por el Puente, dando un gran rodeo.

 

Más tarde se construyó una pasarela que salvaba el nivel del agua, que aunque no era muy atractivo transitar por ella, era la mejor solución, aunque había caballerías que se resistían a cruzar, donde se corría un gran riesgo, sobre todo en días de mucho aire.

Pasarela en el Puente de Santolea

 

Como vemos, la protección que ofrecía sus barandillas era más bien poca. Aun así, el médico del pueblo lo llegó a utilizar para pasar con su coche cuando hacía la visita a los pueblos que tenía adjudicados.

 

Si retrocedemos en el tiempo, los caminos de herradura eran las únicas vías de comunicación, hasta que se construyó esta carretera. El camino de carro que se hizo luego, discurría paralelo al río siguiendo el trazado antiguo del camino de herradura, entrando por la parte baja del pueblo y terminando en la puerta de la Fábrica, punto en que finalizaba el coche de línea donde se hallaba la fábrica de tejidos, el molino de aceite, el generador de la luz, el molino harinero y el lavadero público, todo alimentado por el caudal de agua de la acequia Mayor.

 

El propietario de esta fábrica, era Jerónimo Mata, que en el año 1918, la trasladó desde su antiguo emplazamiento en la Ponseca y sería el impulsor de hacer llegar el coche de línea hasta la puerta de su fábrica.

Santolea antes del Pantano

 

Esta fotografía del año 1927, nos recuerda como estaba el pueblo antes del Pantano, aunque en esta fecha ya se estaba construyendo la presa que luego lo inundaría.

 

Nos trasladamos a la balsa del molino y sus alrededores, donde nos queda como recuerdo algunas fotografías.

 

En una de ellas, podemos ver la balsa del molino llena de agua y la acequia que llegaba por debajo de la casa de Juan el Cantarero.Esta casa se construyó por los mismos años que el Pantano, por lo que no llegó a terminarse completamente.Era un edificio de dos pisos de altura de forma cuadrada y estilo moderno, puesto que el dueño era constructor y quiso hacerse una vivienda con arreglo a la moda del momento. Construida sobre la acequia Mayor y separada del resto de la población.

Lavadero público

 

Esta era la pila de la Fuente del Lugar, donde caía el agua y servia para beber las caballerías, sobre todo en tiempo frío.

 

Si nos acercamos hasta el barranco de Dos Torres por el camino de Ladruñán, nos encontramos con el Bancal Redondo, desde el que podemos observar una vista del pueblo y siguiendo barranco hacia arriba Los Encajonados; puente hecho de madera en forma de cajón, que permitía pasar el agua de la acequia Mayor, aunque se perdía bastante.

 

Este encajonado, causó muchos quebraderos de cabeza cuando había alguna tormenta, que los destruía y había que repararlos en el menor tiempo posible, puesto que este agua era el generador que movía entre otros, el motor que suministraba la electricidad al pueblo.

Esto era la acequia Mayor
Bancal Redondo y casas de la Solanilla
Encajonado de acequia Mayor

Este encajonado era necesario para salvar el Barranco de Dos Torres, pero debido a su poca altura sobre el mismo, en las grandes avenidas lo destrozaba y era necesario restaurarlo en el menor tiempo posible.

 

Volvemos sobre nuestros pasos, para entrar nuevamente por la costera de la Herrería, donde vemos, Placeta del Lango, puerta de la Herrería y acequia del Planazo, donde hay una mujer fregando. Esto era el final de la calle de la Canal.

Puerta de la Herrería
Puerta del Lango
José Querol y su nieto Paco

 

Esta fotografía esta tomada en la pared del corral del tío Monjo y en la unión de Calle San Roque, llamada vulgarmente costera de Cantón y veremos la costera desde arriba y a continuación la entrada al Cantón.

Unión calle San Roque y Canal
Corral de la tía Antonina
Casa del Cantón

 

Salimos del Cantón y seguiremos por la calle San Roque. En esta calle estaba La Posada que fue de Teodoro Obón Pérez. En la misma calle tenía una tienda de licores su hijo Agustín Obón Gascón y su esposa Ramona Castel, Folch, conocido como el tío Agustín de la tienda.

En el padrón de industriales de Santolea de 1888-1889, Teodoro Obón Pérez, natural de Bordón, aparece como propietario de la Posada en la calle San Roque, a la que le correspondía el número 16. No sabemos si era la que tenía la tienda de vinos y licores su hijo Agustín la del número 10, en la misma calle. Esta calle también se llamó calle del Mesón, que seguramente hacía referencia a alguno de aquellos establecimientos de esta familia. En el año 1885, Agustín Obón Gascón, aparece como Juez Municipal de Santolea y continúa siendo a principios de 1900.

En los primeros años de 1900, aparece Tomás Eixarch Folch como propietario de la Posada, que proceden de Forcall, aunque desconocemos como fue la compra y si fue directamente a esta familia, o procedía de una hipoteca, pero puede ser que hubiera relación entre ellos o existiera parentesco con la familia Obón, puesto que el apellido Folch que lleva Tomás Eixarch, también lo tiene la esposa de Agustín Obón, (Ramona Castel Folch). La Familia Eixarch, mantendríanla Posada hasta la desaparición del pueblo, 1970. También tenían carnicería, regentada por la tía María de la Posada, esposa de Tomás Eixarch, que era de Peñarroyas, término municipal de Villarluengo.

Entrada al Cantón
Calle San Roque

 

Llegamos a las Cuatro Esquinas y bajamos hasta la calle de La Canal, en primer término la casa del tío Combas, donde hay una reunión de vecinos que se preparan para ir de fiesta. Seguramente de excursión.

 

Retrocedemos nuevamente hasta las Cuatro Esquinas, donde vemos al frente la casa del tío Rito y más adelante una vista de la calle Mayor. En esta cale estaba el Ayuntamiento (Casa de la Villa) y el horno del pueblo, antes de llegar a la calle del Carmen. También estaba la tienda del tío Vicente y la tía Dolores, El Ollerón, conocidos como los Borrascas. Tres de los hijos, los tres solteros, continuaron con la tienda hasta la desaparición del pueblo, que se trasladaron a vivir a Alcañiz.

Al frente la casa del tío Rito
Cuatro Esquina y calle Mayor

 

Las imágenes anteriores nos ofrecen una vista en la que, da la sensación de un día festivo, que en el pueblo hay vida por todas partes a juzgar por las personas que vemos en la calle Mayor, desde las Cuatro Esquinas, pero la realidad es muy distinta.Toda esta gente, se ha reunido en torno al Ayuntamiento, para recoger las migajas que les van a ser entregadas, como compensación a quedarse sin pueblo, sin casa y sin historia.

 

A partir de ahora, nadie podrá decir mi casa ni mis fincas. Muchos han venido de lejos, que al juntarse con los pocos que quedan viviendo en el pueblo, no cabe duda han tenido una alegría, al ir reconociéndose unos a otros, y recuerdan sus respectivas familias, pero el encuentro es más bien una despedida, muchos no volverán a verse más. Han liquidado aquella casa vieja que les dejaron sus padres o abuelos, que con tanto esfuerzo levantaron en su día y en la que seguro pusieron nuestros antepasados muchas ilusiones. Les han pagado una pequeña limosna por aquellas tierras abandonadas, que en muchas ocasiones no saben ni siquiera donde están, unas oliveras que tenían no sé dónde y que más tarde serán cortadas y llevadas a algún lugar para fabricar muebles o recuerdos, pero que en ningún caso se conocerá el origen de aquella madera, ni se hará ninguna referencia al pueblo donde se criaron, ni los hombres que con su sudor las fueron haciendo crecer durante muchos años, tal vez cientos y que terminarán con un frío Recuerdo de...

Calle Mayor esquina calle del Carmen

 

Subiremos por esta calle hasta la del Carmen, por la que llegaremos hasta el Cabezuelo y veremos también la calle del Cabezuelo. También veremos el platanero de esta plaza, árbol emblemático del barrio que fue plantado por Gregorio Buj. A su sombra y mirando hacia el pantano, una pequeña barbacana y un banco de piedra, permitía pasar buenos ratos de tertulia y descanso. En esta pequeña plaza, también se hacía alguna sesión de baile en las fiestas. En el otro extremo y a la puerta del tío Juan Manuel de la Juanano era necesario ningún banco, la piedra natural que salía por debajo de la casa, hacía esta función.

Calle del Carmen
Calle del Cabezuelo, casa de Ramón Martí Blasco
Plaza del Cabezuelo

 

En este rincón de la calle del Cabezuelo, había dos viviendas, el tío Pepe el Teno y el tío Guitarrero. Ya estaban abandonadas.

 

En la calle del Carmen por la que hemos pasado, vivía entre otras personas, la tía Francisca la Confitera, mujer muy religiosa y a su puerta, el día de Corpus hacía un altar adornado con velas y flores, donde se detenía un momento la procesión que recorría las calles del pueblo, lo mismo que el que se hacía en la calle San Roque, entre las casas de Sebastián Gil y la Posada, que también se adornaba con flores y yedra, a lo que colaboraban todos los vecinos de la calle.

 

Nos situamos en la calle Mayor y en el centro neurálgico de ella, la puerta de la iglesia y la plaza del mismo nombre.

 

Desde este punto recorreremos algunos momentos de su historia, y veremos distintas vistas en varios sentidos. En un rincón de la plaza, estaba la casa del Abdón, en muchas ocasiones pasando desapercibida de sus visitantes, a cuyo balcón había que subir en varias ocasiones a buscar la pelota que algún jugador hizo llegar y la que no regresaba a la plaza.

 

Desde ella partía el callejón sin nombre al que se le había adjudicado del Gato, calle muy estrecha formada por una parte por la pared de la iglesia y por la otra de casas y algunos corrales, en su mayoría estas casas y corrales eran humildes, por ella después de un pequeño recodo, se llegaba a la calle del Carmen en su parte final y frente a la casa del tío Dámaso.

 

También veremos la puerta de la iglesia, que la denominábamos Vieja, puesto que era la pared de la que se construyó en 1615, según se veía inscrito en la clave del arco de entrada. Nos encontrábamos a continuación entrando a mano derecha, con la torre de las campanas, que es lo único que quedó de la destrucción que sufrió esta iglesia, seguramente en alguna de las guerras. Se tiene noticias, que una de sus campanas la llevaron a Cantavieja los carlistas para fabricar cañones.

 

En la Guerra Civil española, vuelve alguna de sus campanas a ser víctimas y son tiradas a la plaza para ser luego deshechas. Se salva una, la del reloj, que sobreviviría hasta desaparecer el pueblo, que la llevaron a Aguaviva.

 

Siguiendo en esta misma calle, nos asomamos a la costera del Rufas, nombre que se le atribuía seguramente por alguno que vivió en ella y se llamaría así, aunque en realidad su numeración correspondía a la calle de la Solanilla que la veremos en dos sentidos. En el sentido descendente, estaba la casa del tío Luis Buj y más abajo a la izquierda, la del tío Conesa, dentro ya de la calle de la Canal  Junto a esta última estaba la que vivió José Figols, el tío José el Juanes y que anteriormente fue de los Candelas y nos cuentan personas mayores, que con anterioridad fue de los Basteros y según los datos documentales que he podido conseguir el propietario era José Guillén Portolés, que tendría este apodo la familia. Aunque desconocemos el poder económico de esta familia, viendo la estructura de la casa y haciendo eco de comentarios oídos, esta casa fue robada en varias ocasiones, lo que nos hace pensar que pudo ser una de aquellas primeras casas solariegas que hubo en Santolea.

 

Vemos esta calle en sentido ascendente y al fondo está la casa del tío Borraz, con su amplia puerta que sirvió de cochera, pues esta casa fue posada en su día.

Costera del Rufas
Calle Mayor, al fondo las Cuatro Esquinas
Una procesión en calle Mayor
Otra vista de calle Mayor
Callejón detras de la Iglesia
Torre de las campanas
Puerta de la Iglesia

La Iglesia y la Plaza de la iglesia, eran un punto de reunión para los vecinos a la salida de misa de Domingos y festivos, siempre que no estuvieran en época de recolección, en verano de la cosecha de cereales y en invierno la recogida de las olivas.

 

Salvando estos dos momentos, la salida de la misa se aprovechaba para entablar conversaciones unos vecinos con otros y en ocasiones presenciar un partido de pelota entre los mozos.

 

No era esta plaza un frontón precisamente cuidado, pues el suelo era de tierra apisonada con una superficie bastante irregular, donde la pelota botaba como podía, pero los jugadores estaban acostumbrados a estas irregularidades y se permitían hacer buenos partidos, haciendo votar la pelota en los sitios másdifíciles, para dificultar al contrario su devolución y poder ganar el punto. En muchas ocasiones, se intentaba llevar la pelota contra la gatera de la puerta del Abdón.

 

El interior de la iglesia vieja, donde sólo quedó la torre de la antigua edificación, quedó un solar y unos arcos abandonados. Parte de este solar y a ambos lados del pasillo de entrada hasta la iglesia desde la antigua puerta principal, se prepararon unas pequeñas parcelas ajardinadas, donde también se plantaron algunos árboles.

 

 Estos jardines estaban al cuidado de los chicos y chicas de la escuela, que aprovechando el jueves que se hacía la clase de religión en la iglesia, que daba el señor Cura, también se aprovechaba para cuidar, cavar y regar estos jardines. El agua la subían en cubos o cántaros, desde la acequia más cercana, que en el mejor de los casos era la del Planazo; si fallaba ésta, había que subirla desde la acequia Mayor.

 

El señor Cura que más recordamos por haber estado muchos años, fue Mosen Marcos Montserrat Soler, el cual vino a Santolea joven y allí murió a final de los años cincuenta.

 

En sus constantes explicaciones nos comentaba una cosa que he recordado muchas veces, nos decía así: hace cien años, aquí había un sacerdote y unos niños como vosotros que ya pasaron a mejor vida, dentro de cien años, también nosotros ya habremos desaparecido y aquí habrá otro sacerdote y otros niños. No se pudo cumplir esto último, antes de aquellos cien años, también el pueblo había desaparecido

Calle del Cristo, esquina Casa de las Abogadas

 

Como vemos en la fotografía, la calle del Cristo ya estaba en estado de abandono, las plantas crecían a sus anchas por todas partes y la soledad se había apoderado del pueblo.

 

En esta calle estaba la casa del tío Fusterico, esta casa cruzaba la calle de La Solanilla por medio de un cobertizo y llegaba hasta una huerta también propiedad de la casa que llamaban El Jardín.

 

Junto a esta propiedad estaban Las Solanillas, fincas de cultivo que se convirtieron en regadío, al prolongarse la acequia del Planazo, que en un principio sólo llegaba hasta la Escalera del Gato.

 

El nombre de Solanilla, posiblemente les venía por la cantidad de sol que recibían, lo mismo que a la calle del mismo nombre. Aquí había tres fincas independientes: la de la Valenciana, la del tío Sebastián Gil y la de la tía Antonina.

 

Seguramente estas tres fincas, procedieran de una que fue dividida, puesto que Mª Concepción Gil Gascón, madre de la tía Antonina, Sebastián Gil Gascón, padre del marido de la tía Valenciana y José Gil Gascón, padre de Sebastián Gil Felez, eran hermanos, por lo que esta propiedad pudieron ser los dueños de toda ella el matrimonio, José Gil Pastor de Zorita (Castellón) y Antonina Gascón Gerona de Santolea, padres de los hermanos Gil Gascón.

 

En esta misma calle del Cristo y frente a casa del tío Fusterico, estaba la del tío Trompis, que debió ser una de las más importantes del pueblo en su momento. Como la anterior, salía a la calle del Campo y a continuación tenía tierras de cultivo, cerradas por una pared de tapial, en este caso de secano, o como máximo, riego de invierno de la acequia del Calvario. Acequia de caudal muy reducido y que recibía este nombre por atravesar el Calvario. Antes de entrar en él y junto a la tapia, había una pequeña balsa, para recoger el agua que permitiera luego regar con más caudal, aunque éste siempre sería escaso, aunque las tierras que regaba, también eran de poca importancia. Aprovechaba las aguas sobrantes del barranco de Dos Torres que solamente era en invierno, cuando el pueblo de Dos Torres no las utilizaba.

Otra vista de la calle del Cristo

 

En esta misma calle había uno de los comercios más importantes de Santolea, la casa del tío Ronzano. En este establecimiento se `podía adquirir toda la clase de productos, que unas veces se pagaban con dinero y otras a cambio de otros de que disponían las familias (trueque); así no era extraño, comprar unas sardinas saladas a cambio de huevos, o unas cerillas a cambio de unas pieles de conejo.

 

Hubo algún tiempo que hizo de transporte de viajeros entre Santolea y Alcañiz, con una tartana que tenía, al mismo tiempo que hacía sus compras para la tienda, o sus ventas de los productos canjeados.

 

Su buen carácter como comerciante, le hizo ganarse la simpatía de los vecinos, tanto del pueblo, como de los pueblos cercanos.

 

En la misma calle estaban las escuelas. Un edificio de dos plantas, que se repartían, la primera planta para los niños y la segunda para las niñas. En laplanta baja que tenía la puerta por la calle que llamábamos del Campo, estaba el Hospital, que no era un centro desalud, sino un cobijo para transeúntes de paso por el pueblo y sin medios para alojarse en una posada.

Maestra con sus alumnas
Edeficio que albergó las escuelas

 

Esto eran las escuelas, que como se puede apreciar ya estaban abandonadas y el edificio se utilizaba para otros usos. En este caso, para guardar grano unos de Dos Torres. Junto, la puerta del tío Armengod.

Calle del Cristo

 

Llegamos hasta la era del Granero, desde la que salía una calle que conectaba con la de las Eras y que finalmente bajaba por la costera del Pardo, y era una de las entradas y salidas del pueblo. También se accedía por ella al Cementerio.

 

Desde aquí podemos ver el Puente y el camino de las Horcas. A la izquierda y al fondo, aparece el Cementerio.

 

Llegamos a la plaza del Torrero, donde estaba la casa que le daba el nombre, y junto a ella la del tío Torres, que es una de las pocas que actualmente están de pie, aunque ha sido saqueada, hasta llevarse las piedras de su arcada de la puerta de entrada y los maderos de las habitaciones han sido aserrados.

Plaza del Torrero en los años 30
La Encamisada

 

La Encamisadase celebraba los días 20 y 21 de Enero, festividades de San Sebastián y San Antonio Abad, aunque a estas fiestas se les llamaba los San Antones.

 

Antiguamente se le llamaba la Enmascarada y se celebraba el día 16 de Enero para solemnizar la fiesta, víspera de San Antonio Abad. Se reunían en la casa del Cura después de cenar y desde allí partían en comitiva hacia la iglesia, a la cabeza la misma, el Alcalde y el Cura, precedidos por un hombre con un tedero para iluminar. A la grupa de sus caballerías, llevaban a su mujer o hijas. La puerta de la iglesia estaba abierta e iluminada, donde aparecía el santo con cuatro hombres a cada lado que cantaban las Albadas, con sumúsica y romance, continuando la marcha, se daba la vuelta al pueblo disolviéndose después.

 

Pasaron los años y se cambió por el nombre de Encamisada, aunque la forma continuó prácticamente parecida. Se cambió la fecha de la celebración, que pasó al día 21 para coincidir con la fiesta de San Sebastián, día 20.

 

En este caso se celebraba la Encamisada los dos días, reuniéndose cerca del Ayuntamiento.

 

En primer lugar las autoridades, seguido del alguacil, que gayata en mano, cuidaba de la separación correspondiente con el resto de la comitiva. En la puerta de la iglesia, se hacía una parada para la bendición de las caballerías y a continuación se daba la vuelta al pueblo, que vemos su llegada a la plaza del Torrero en la fotografía. Terminada la misma, los jinetes que querían competir, daba otra vuelta al galope de sus caballerías.

 

Como hemos visto, esta plaza era punto de encuentro en muchas ocasiones, lo mismo se celebraba sesiones de baile en las fiestas, que representaciones de teatros ambulantes o espera del coche de línea como vemos en una de las fotografías.Al fondo vemos una casa donde vivió don Ricardo Esteban Obón, el Veterinario, por lo que en algunas ocasiones, se mencionaba como la casa del Albéitar.

 

 Esta era la cuna de los Portoleses, calle de las Eras, 26. En ella vivió José Portolés Guillén, padre de siete hijos, que estaba casado con Nicolasa Ejarque Guillén. De esta rama proceden la mayoría del apellido Portolés de Santolea.

Calle de la Solanilla

 

Esta calle es de la que menos fotografías tenemos. Partía dela Plaza del Torrero, paralela a calle del Cristo y Mayor para conectar con la calle de La Canal. En el número 35 de esta calle, vivió Francisco Espada Carceller "El tío Ciacero" Famoso bailador de jota que llevó por toda España el nombre de Santolea, junto con sus hijos: Pascuala, Ramón y Asunción.

 

Una nueva vista de la calle de la Solanilla.

 

En esta vista de la calle de La Solanilla se puede ver varias casas en su inicio, en primer término vemos la cochera del tío Ronzano, seguidamente la de Miguel Portolés Guillén, a continuación la del tío Ciacero, y más abajo, José Virgós Guillén.También podemos ver al fondo de la fotografía: El Picacho del Morrón, Puntal del Plantero y a la derecha del mismo, el Barranco de Las Cirgulleras.Un poco más abajo en la misma calle y antes de llegar a cobertizo del tío Fusterico, estaba la casa del tío Gil y a continuación la de las Valencianas, unas de las mejores casas de esta calle en esta parte de la misma.

 

Seguimos hacia las primeras casas del pueblo vemos el inicio del camino de La Balsa, otra de las entradas y salidas del pueblo, que debe su nombre al ser el camino por el que se iba a las balsas del concejo, de donde se suministraba el agua para la población. En esta calle sólo había una vivienda, la del tío Lecha, los demás edificios, eran corrales.

 

Inicio del camino de La Balsa.

 

Volvemos hacia atrás, para seguir el camino vecinal que daba entrada al pueblo, por el que llegaremos a las eras y veremos algunos corrales y distintas vistas.

 

En esta fotografía podemos ver al fondo la casa de los Portoleses, número 26 de la calle de las Eras, y a la derecha, las casas de Miguel Giner López, Juan Ramón Aguilar y Manuel Navarro Terraza.Todas estas casas se hallaban a la entrada del pueblo por la parte alta.

 

A partir de aquí daban comienzo las eras y los corrales que intentaremos ver.Llegamos hasta la era Más Baja, desde la que vemos uno de los grupos de casas que quedan. Obra Nueva, casa de tío Armengol, Escuelas y casa de las Abogadas. Como hemos visto anteriormente, esta familia tenían otra casa al inicio de esta calle.

 

Esta era la salida y entrada del pueblo por la parte alta, este coche sale entre las casas de los Portoloses y la tía Miguela. A la derecha, la casa del tío Salmerón y a continuación la del tío Cerero.

 

La vista que comentábamos anteriormente desde la era Más Baja, donde se aprecia la Obra Nueva y las Escuelas.

 

Esta primera casa que vemos a la derecha en ruinas, corresponde a un grupo de la calle de las Eras, donde entre otras personas vivía el tío García el Cartero, por un callejón se conectaba con la entrada del pueblo. Eran las casas de la parte de atrás de la plaza del Torrero. Esta fotografía, como está tomada cuando el pueblo ya estaba en ruinas, no nos puede ofrecer demasiados detalles de su entorno, pero junto a esta era, había algunos corrales y pajares.También había una era junto a esta Más Baja, que a diferencia del resto de las otras, que estaban enlosadas, ésta era el suelo de arcilla.

Pastor en las eras, el tío Julvino

 

Como podemos ver, a nuestra derecha estaban las eras y a la izquierda, los corrales y pajares. Este pastor con sus ovejas es el tío Julvino. Estas eras, cada una de ellas, era propiedad de varios vecinos y en las escrituras de propiedad, se detallaba la parte que correspondía a cada uno, al señalar los vecinos colindantes que tenían. Para hacer uso de ellas, establecían turnos buscando el mejor momento que a cada uno le interesaba para trillar sus mieses.Mas adelante veremos algunos momentos de la faena de la trilla, tanto las caballerías moliendo la parva, como aventando.

Trillando
Aventado
Llegó la trilladora

 

En esta fotografía, ya había cambiado la forma de trilla. Un grupo de vecinos están llevando a cabo este trabajo por métodos más modernos, una trilladora de Aguaviva hizo que el pueblo se modernizara. Para esta labor los vecinos se ayudaban unos a otros, puesto que se necesitaba mucha mano de obra, tanto para abastecer de mies la máquina, como también para retirar la paja y el grano. Eran los últimos años de Santolea, aquel goteo permanente de pérdida de vecinos, estaba acercando a su fin a aquel pueblo que en su día fue admirado por muchos.

 

Lejos quedaba aquella fecha de 1261, que se arrendaban tierra a cinco vecinos y que sería el inicio del futuro pueblo, y que fue aumentando en población con sus correspondientes oscilaciones, para desaparecer 700 años más tarde.

Corral del tío Gil
Corral del tío Lango

 

Este grupo de corrales, correspondía al tío Torres y la tía Antonina entre otros.

 

Estos son los únicos que se salvaron de la demolición, que se reservaron para cobijo del ganado.

 

Al desaparecer el pueblo,la Confederación Hidrográficadel Ebro, arrendó los pastos a un ganadero, por lo que se salvaron estos edificios, que siguieron prestando el servicio para lo que en su día fueron construidos.El pastor estuvo viviendo en la casa del tío Torres, una de las casas que hemos visto todavía en pie en la plaza del Torrero.Luego pasarían distintos arrendatarios, que siguieron utilizando estos corrales, pero finalmente han quedado abandonados y poco a poco van desapareciendo, algunos ya son ruinas.

 

Ahora hemos llegado hasta la era Más Alta y con ello al final del pueblo, a continuación subiremos hasta el Calvario, donde intentaremos hacer un recuerdo de cuanto encontremos a nuestro paso.

Puerta de entrada en la parte baja

 

Por esta puerta se accedía al Calvario cuando se subía en Procesión. Un camino ancho nos llevaba directamente hasta la ermita de Santa Engracia, donde a la entrada de la misma, había una segunda puerta. El resto del recinto estaba cercado de tapia.Las catorce estaciones del Vía Crucis estaban distribuidas por todo el Calvario, empezando la primera estación próxima a la puerta baja y continuando hasta las cercanías de la ermita.

 

En cuaresma principalmente el día de Jueves Santo, que es cuando se hacía un Vía Crucis más solemne, se subía en procesión desde la iglesia parroquial, recorriendo todas las estaciones serpenteando entre ellas todos los asistentes, entre cantos y rezos propios de la Cuaresma.

 

Estascatorce estaciones, cada una de ellas era como una pequeña ermita, con su altar y adornos correspondientes y cada una con su puerta. Estaban a cargo de las familias más acomodadas, que las construyeron y mantenían.

 

El siglo XVIII parece que fue un momento de bonanza económica, donde se llevan a cabo las construcciones de muchas ermitas, iglesias y ampliación de estas. En Santolea se inicia una gran obra en la iglesia, que hubo que abandonar por falta de medios, aún podemos ver entre las ruinas, los cimientos donde se pensaba hacer la torre nueva.La torre mudéjar que se conservó hasta su destrucción, formó parte en su día de la iglesia antigua, que seguramente fue destruida en alguna de las guerras, pero la torre se conservó en no muy buenas condiciones y más tarde se le adosó una nueva construcción de tapial, para el cuarto donde se alojó el reloj.

 

En este mismo siglo XVIII, se construye el Calvario, que sin duda sería el orgullo del pueblo, pues solamente uno en la provincia era superior.Pero el Calvario lo mismo que el pueblo, después de haber gozado de su máximo esplendor, en el siglo siguiente, con una población de 843 habitantes que llegó a alcanzar el año 1877, empieza los primeros años de 1900 con malos presagios para su futuro.

 

Se está preparando el estudio para el aprovechamiento del río Guadalope, por medio de la construcción de un pantano, que la ejecución del mismo, será la causa de su progresivo deterioro.En la década de los veinte, se inicia su construcción, empezando desde este momento un movimiento migratorio, que irá deteriorando paulatinamente todas sus estructuras y el Calvario es uno de los que sufren este deterioro, familias que se van a vivir a otros pueblos y que cuidaban alguna de estas capillas, tienen que dejarlas para que alguien pueda seguir prestando la atención debida, pero cada día son menos los vecinos que quedan, luego llegala Guerra Civily la destrucción es importante, destrucción de la que ya no volverá a recuperarse.

 

Todos miramos sorprendidos, como aquellos antepasados nuestros fueron capaces de hacer algo tan importante, como aquel Josep Giner que veíamos su nombre en dos de las capillas y que fue capaz de construirlas en dos años consecutivos y que ahora habían quedado abandonadas.

 

Allí quedó a merced del que quisiera entrar o saquear, como ocurrió en la última etapa del pueblo, etapa de la destrucción, donde cada uno tomaba lo que le apetecía, con una destrucción mayor que la que se había producido en la guerra, donde no se respetaba nada. Las piedras de los arcos de entrada de las capillas, eran arrancadas sin respeto, para construirse no sé que; era el trofeo que no sabemos muy bien para que nos vaya servir, pero que necesitamos coger, y después de esta avalancha humana, no nos queda otra cosa que recordar sobre aquellos restos que tenemos delante.

 

A continuación veremos unas fotografías de antes y después, con algunos momentos de procesiones, cuando aún había algo de vida, pero que se estaba terminando.

Una de aquellas procesiones
Dos vistas del Calvario
Ermita de Santa Engracia

 

Una vista de la ermita, desde fuera, junto al pino, podemos ver una ventana que daba acceso a una pequeña pila de agua bendita. Por ella, echaban las limosnas algunos fieles.

 

Llegando a Santa Engracia.

 

Desde el llano del Muladar, entre pinos aparece la ermita de Santa Engracia, discreta como ocultándose, lo que nos permite imaginarla como queramos, cuando nos vayamos acercando, descubriremos la desolación que se cierne sobre el recinto.

 

Al fondo podemos ver el Picacho del Morrón, monumento natural y vigilante incansable de muchas de nuestras fotografías y de las transformaciones que ha sufrido Santolea. A la derecha, el Barranco de las Cirgulleras.

 

Hemos hecho un recorrido intentando recordar como fue Santolea en su día, apoyados en las fotografías que guardamos.

 

Por aquí pasan muchos visitantes anónimos, muchos de ellos sin identificarse con nadie, pero visita obligada es esta ermita que hemos visitado, algunos por que no la olvidan, otros, por que sus padres se han encargado de trasmitirles este sentir. Unos y otros echan a faltar algo, su Virgen, pero la podéis visitar en Castellote donde se encuentra en el museo Parroquial.

 

Hemos estado soñando mirando aquellas imágenes que nos recuerdan nuestro pasado, esperamos que puedan ser del interés de aquellas personas, que de una manera u otra, sienten algo por aquel pueblo, que se llamó Santolea y que llegue un día que alguno de nuestros gobernates tome conciencia de lo mucho que se le debe a este pueblo y se dignen en restaurar esta ermita o parte de ella, para que se pueda perpetuar la memoria de este pueblo.